Los fenómenos naturales y los desastres son cosas que suceden intempestivamente y es profundamente complejo preverlos. Intensas labores de prevención se ponen en marcha, desde los gobiernos nacionales hasta llegar a los organismos multilaterales para tratar de adelantarse a ellos, minimizando el daño que pueden causar a miles de personas alrededor del mundo.

 

Sin embargo, los desastres naturales también han puesto en evidencia a los gobiernos y a los países. Dichos fenómenos tienen la enorme capacidad de marcar el rumbo de la agenda nacional, de sentar precedentes en términos políticos o de robustecer o destruir gobernantes y gobiernos. Por ello, siempre los fenómenos naturales han sido un termómetro efectivo que suele poner a prueba la capacidad y las habilidades de las autoridades para proteger a la ciudadanía.

 

En el caso de México, el paso de huracán “Manuel” en el Pacífico y de “Ingrid” en el Golfo de México, pusieron en evidencia muchas cosas: desde los robos de aparatos electrónicos en el puerto de Acapulco en medio de la inundación, hasta las pésimas condiciones con que la carretera que conecta el Distrito Federal con el puerto fue construida. La conocida “Autopista del Sol” resultó tener muchas más deficiencias de las que sabíamos. 

 

Parece increíble que aspectos de una obra de infraestructura construida hace muchos años salgan a relucir en este momento. Los fenómenos y desastres naturales, entonces, no solamente tienen la capacidad de evidenciar nuestra vulnerabilidad humana, sino también la política y económica. Sin embargo, ello también ha fungido como un elemento que aglutina a los mexicanos en torno a una causa y le da nuevas razones al Gobierno de la República y de los Estados para liderar una acción concertada en toda la Federación para aliviar el dolor de los damnificados. Es entonces también una oportunidad para mostrar liderazgo.

 

Por mucho que se quiera ocultar, nadie puede permanecer inmóvil frente a un desastre natural; ni los gobiernos, ni los ciudadanos, ni las empresas, ni las organizaciones, ni los partidos, etc. Los fenómenos naturales que han causado grandes desastres en las costas mexicanas son la primera gran prueba para este Gobierno Federal, pues en medio de una inminente recesión económica, con importantes reformas en puerta (como la fiscal y energética) tendrá que demostrar su liderazgo y marcar el rumbo.