¿Qué hacemos las mujeres de hoy para abrir brecha y consolidar nuestro papel?
Revisando cifras, a propósito de la conmemoración del Día Mundial de la Salud el pasado 7 de Abril, descubrí que en México, según un estudio realizado en 2012, el 57% de los médicos son hombres y el 43% mujeres. Sin embargo, a la hora de indagar sobre las posiciones ocupadas por mujeres en “alta dirección” en México, vemos que sólo el 20% del talento femenino ocupa dichos cargos.
Y es que a pesar de los innegables avances en materia legal y de accesibilidad que hemos logrado las mujeres en los últimos tiempos, el machismo sigue siendo predominante en el campo laboral. Sin ir más lejos, esta semana se destapó el escándalo de la supuesta red de prostitución que el ex-líder del PRI Cuauhtémoc Gutiérrez dirigía (acá una gráfica de cómo opera esta red de prostitución).
Aunque las pruebas son innegables, aún no se han presentado las denuncias formales de las presuntas víctimas, y sin las declaraciones de las directamente afectadas se vuelve más complejo hacer efectiva la imputación de delitos. Así lo afirmó el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justica del Distrito Federal (TSJDF), Edgar Elías, quien advirtió que “Si llegara a descubrirse paralelamente la consignación de algún delito, sí puede llegar a consignar, pero se me hace a mi cuesta arriba que sin las declaraciones de ellas, se encuentren elementos”.
¿Qué estamos esperando las mujeres para darnos nuestro lugar nosotras mismas? Tal como lo dijo en su columna del lunes en El Universal de México, Lydia Cacho, periodista y activista en temas de derechos humanos: “La explotación y cosificación sexual de las mujeres para mantener su trabajo, o incluso para participar en un partido político, es un problema estructural; una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a la dominación, la discriminación y la interposición de obstáculos para su pleno desarrollo” ¿Hasta cuándo vamos a ser cómplices en perpetuar este tipo de delitos?
Debemos actuar no sólo por respeto a nosotras mismas, sino también por todas aquellas que han logrado abrir paso en una sociedad tradicionalista y socialmente dominada por los hombres, por aquellas que han luchado para que hoy en día tengamos las garantías de las que gozamos.
Solo por citar un ejemplo, recordemos a Matilde Petra Montoya Lafragua, la primera mujer mexicana en graduarse como médica. Sus opositores decían que “debía ser perversa la mujer que quiere estudiar medicina, para ver cadáveres de hombres desnudos”, pero a pesar de los obstáculos, su amor por la medicina y la reivindicación de la mujer llegó a instancias tales como escribirle una carta al entonces Presidente de la República, general Porfírio Diaz, para que le fuera permitido presentar su examen profesional en 1887.
Remitámonos ahora al siglo XVIII en Inglaterra, cuando era imposible pensar en que una mujer pudiera realizar estudios de medicina y mucho menos ejercer como doctora o cirujana. En este contexto, Miranda Stuart, mejor conocida como el Dr. James Barry, ocultó toda su vida e identidad real haciéndose pasar por hombre para poder ejercer la medicina, ingresar a la armada británica y ser Inspector general de hospitales de la armada. En su carrera logró realizar la primera cesárea con éxito (en la que sobrevivieron tanto la madre como el hijo), y mejorar las condiciones sanitarias gracias a sus métodos pioneros en higiene y prevención.
Tres siglos después, las mujeres continuamos abandonando nuestra femineidad para tener “éxito” en nuestras carreras profesionales. María Pía Hurtado afirma que “culturalmente la sociedad ha sobrevalorado los atributos masculinos, haciendo que las mujeres crezcan dentro de paradigmas en que la masculinidad es signo de fortaleza, creyendo que al revestirnos de ella adquiriremos los mismos atributos de fuerza, competencia y agresividad, pretendiendo aún más que con estas herramientas no seremos vulnerables a un acoso o dejaremos de ser discriminadas por nuestro género”. Somos nosotras mismas las que nos juzgamos y las que muchas veces nos sentimos culpables por los cólicos que mes a mes nos piden bajar un poco el ritmo de trabajo para consentirnos. Nos olvidamos que a pesar de ser profesionales y de tener un trabajo también somos madres, y que en algunas ocasiones nos veremos obligadas a hacer una pausa para atender a nuestros hijos. Que en la menopausia nuestros cuerpos sufren una transformación y los cambios de temperatura, los trastornos del sueño, entre otras cosas, son algo real que no podemos ni debemos dejar pasar; simplemente estamos diseñadas biológicamente de esta forma. ¿Cómo van a respetar los hombres una realidad que desconocen y nunca van a experimentar, si nosotras mismas no la reconocemos y defendemos?
Gracias a las pioneras ya hemos ganado un gran espacio, es tiempo de no recurrir a la masculinización para sobrevivir. Es tiempo de reconocernos a nosotras mismas y a nuestras formas biológicas como naturales y compartir estos cambios con nuestros compañeros para que recorran con nosotras este camino.
Enlaces de interés:
//www.mujerescientificas.org/
(Imagen: Katherine León //www.flickr.com/photos/katherineleoncita/)
Valery Rojas,
Politóloga y Blogger
@chanteler