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Escenario político mexicano actual: ¿ausencia de ideologías claras y representantes de éstas?

Subcomandante MarcosEl fin de semana el subcomandante “Marcos” reapareció en la escena pública tras 5 años de ausencia para comunicar que dejaría la vocería del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para ceder su cargo al “Subcomandante Insurgente Galeano”, personaje ficticio creado en referencia a un zapatista asesinado recientemente. Esta decisión obedece en palabras de “Marcos” a que su “personaje”  ya no tiene vigencia en la estrategia actual de resistencia del EZLN.

El argumento de una acción tan trascendente como cambiar la cara más visible de un movimiento siempre es válido y entendible en un contexto que exija dinamismo, o como respuesta a un cambio de coyuntura o de estructura. En el caso particular del hoy “extinto” Marcos no queda claro a qué obedece esta modificación, sobre todo porque no se vislumbra en la agenda un revire o un elemento en la situación que justifique la acción.

El EZLN forma parte de un movimiento que nació como guerrilla pero que viró hacia una fuerza política “de izquierda” y cuya situación hoy parece similar a la que esa ideología atraviesa en México; simplemente se ha diluido. Así lo demuestran también las diferencias que se aprecian al interior del PRD, en la pugna que es cada vez más evidente entre las corrientes agrupadas a los distintos “presidenciables”.

Pero también en el otro polo del espectro político se aprecian las diferencias. El PAN  renovó su dirigencia el fin de semana pasado en medio de un fuerte clima de descalificación y poca discusión respecto de su propuesta frente al gobierno actual, en una batalla en donde finalmente ganó el ala negociadora de las reformas.

Parecería ser que, frente al próximo periodo extraordinario de sesiones, en donde se discutirá legislación secundaria muy relevante para el país, el PRI va bien cobijado, sin oposición ideológica o fuerza política que pueda generarle un contratiempo.

Hay quienes dicen que el PRI ha operado para que esto suceda así, a través del fortalecimiento de las corrientes afines dentro de los partidos de oposición y el aislamiento de los grupos contrarios. Otros piensan que las propias fuerzas políticas tienden a fraccionarse cuando no existe un líder claro que las cohesione. Quizás lo que ha sucedido es una combinación de ambas, un escenario en donde no hay ideologías claras ni representantes de éstas.

(imagen: //media.roarmag.org)

De viejas prácticas y nuevos actores…

gabinete EPN

Dentro del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto cada día parece más la división de la clase gobernante en México. No es una cosa menor, tomando en cuenta que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cumplirá 85 años de su fundación el próximo 4 de marzo. En este tiempo, el PRI gobernó a México durante más de 70 años seguidos, perdió el poder durante 12 años y lo recuperó recientemente. Entre los “slogans” políticos para tal fin estaba la promesa de un “nuevo PRI”. La pregunta no es si verdaderamente existe el nuevo PRI, sino más bien si el nuevo PRI es capaz de llevarse bien y de entenderse con el “viejo PRI”.

Es innegable que existen dos grupos políticos al interior de la administración federal, misma que ha vuelto a entremezclarse con el partido, tal como era antes. Sin embargo, la división no se hace evidente a simple vista, sino que debe leerse entrelíneas en los columnistas, en los “opinólogos” y en todo aquél que refiere los hechos que acontecen al interior del Gobierno Federal; por ejemplo, el caso de la detención del “Chapo” Guzmán es un hecho reciente que da cuenta de ello. De manera precisa, la pugna política entre el grupo de los “jóvenes” (Nuevo PRI) y el de los “viejos” (valga la redundancia Viejo PRI, también conocido en los corrillos políticos como “dinosaurios”) se vuelve cada vez más obvia.

Es fácil distinguir a los integrantes de uno y otro bando: basta por juzgar y determinar la edad de cada uno para entender que pertenecen a corrientes distintas. No es lo mismo Luis Videgaray y Aurelio Nuño que Jesús Murillo Karam y Pedro Joaquín Coldwell o Miguel Ángel Osorio Chong. Si bien podría decirse que hay una nueva generación de políticos priistas, no lo hay en la manera en que utilizan las formas del viejo sistema político mexicano para operar y para sacar adelante sus proyectos. La disputa está en el control del poder, es un mero relevo generacional por hacerse del timón del barco, pero el barco y la manera de navegarlo sigue siendo la misma (si bien con algunas variantes, en esencia es la misma). Ante este escenario, lo que vamos a presenciar en el futuro cercano es una lucha interna que comenzará a hacerse cada vez más pública y más evidente, y al mismo tiempo, veremos un profundo sentido pragmático del Presidente de la República para dejar que “gane el mejor”, siempre y cuando los problemas nacionales estén resueltos. La lucha tendrá que ser por el control del poder, pero nunca a tal grado que los lleve a perderlo. Allí está el reto fundamental.

(imagen: noticierostelevisa.esmas.com)

Las cosas en México no van tan mal…

captura del Chapo Guzmán
captura del Chapo Guzmán

Hasta hace muy pocos días, México estaba enfrentando un complejo escenario en materia de seguridad y su imagen dentro y fuera de las fronteras nacionales se empezaba a pulverizar poco a poco. Se ha comentado ya que la situación de violencia en Michoacán y el surgimiento de grupos paramilitares – conocidos como “autodefensas” – daban señales de un estado que, si bien todavía no se consideraba fallido totalmente, mostraba evidentes signos que había sido superado en varios aspectos por la violencia y la inseguridad, y cuya situación amenazaba con salirse de control rápidamente y esparcirse a otras entidades de la República. No obstante lo anterior, y en medio de una crisis de imagen pública ante la opinión internacional, la revista Time dedicó su portada al Presidente de México Enrique Peña Nieto con el título “Salvando a México”, misma que fue duramente criticada al interior del país, pues la realidad no cuadraba con la historia que se pretendía contar en la prensa internacional.

Sin embargo la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán a manos de las autoridades federales en estrecha colaboración internacional e interinstitucional, permitió un repunte de la popularidad del Gobierno de la República y fue leído mundialmente como un signo de que las cosas en México no van tan mal, y que el gobierno está haciendo todo lo posible por revertir la espiral de violencia en que se encuentra el país. La reaprehensión del capo de la droga – considerado por muchos como el más grande narcotraficante actualmente – mismo que se había fugado hace 13 años de un penal de máxima seguridad, le viene como bocanada de oxígeno a la administración federal, en tiempos en que la duda sobre si México se convertiría en Estado Fallido estaba presente.

La captura del “Chapo” Guzmán, para efectos prácticos, se dio bajo el mandato de Enrique Peña (después que el primero se fugara en el sexenio de Fox y luego que el entonces Presidente Calderón jamás pudiera encontrarlo). Es un refuerzo mediático y de imagen pública del gobierno, que viene a consolidar la portada de la revista Time y disminuye la duda sobre si el Presidente habría de pactar con la delincuencia, especialmente con el grupo del Guzmán. En ese sentido, el golpe contra el “Chapo” es el golpe del momento, aunque existe escepticismo entre ciertos sectores de la ciudadanía sobre si esto contribuirá a apaciguar la violencia.  Una vez más el Gobierno demuestra su profundo pragmatismo y eficacia, si bien la captura del capo de la droga no resuelve el resto de los problemas de criminalidad en el país y el gobierno no debe olvidarlo.

(imagen: www.24-horas.mx)