La política nacional, en ocasiones, se convierte en política de partidos. Los partidos políticos negocian y acuerdan en su interior para fijar una postura común frente a los adversarios políticos. Por tal motivo, la esfera política nacional se convierte entonces en un espacio donde se negocia y se reparten las posiciones de acuerdo a los intereses particulares de los partidos en específico, sustituyendo al interés nacional por interés de grupos.
En ese sentido, México enfrenta una coyuntura propicia para que los partidos políticos se dividan posiciones, espacios y negocien entre ellos. Diversos asuntos están en juego hoy en día: las reformas estructurales, la renovación de los consejeros electorales (o creación del Instituto Nacional de Elecciones), la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (con su respectiva ley de ingresos) y otros temas más.
Ante ello, resulta pertinente preguntarse cuál es la lógica y racionalidad detrás de las acciones políticas que se pueden leer en la prensa; saber cuál será el resultado final y la prospectiva de los asuntos que están hoy en juego, y cómo habrán de resolverse algunos temas de interés para todos. La respuesta se le puede encontrar en la lógica descrita al inicio de este texto: en la política partidista.
Cada partido político tiene su propia agenda de intereses y ésta va de acuerdo a su propia ventaja o desventaja política en el plano nacional. En concordancia con ello, los partidos utilizan sus ventajas para negociar con los demás y obtener mayores posiciones y mayores espacios para ellos y para sus cuadros políticos. Por poner un ejemplo, la negociación política de la reforma energética, quizá, sirva como moneda de cambio por consejeros electorales; o bien, la aprobación del presupuesto se utilizará como moneda de cambio por otra cosa. De esta manera, la lógica mercantilista de los partidos políticos es más que evidente cuando buscan impulsar su propia agenda. La moneda de cambio es una forma de entender la política y de interpretar sus resultados: por ende, también de preveer lo que habrá de pasar.