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El Presidente Enrique Peña Nieto no ha dejado de ser uno de los actores políticos más visibles en la última semana. Primero la presentación de su Primer Informe de Gobierno, posteriormente con el viaje a Rusia, a la ciudad de San Petersburgo para participar en la Cumbre del G20, y por último con la presentación de la “Reforma Hacendaria” (o fiscal), el titular del Ejecutivo Federal sigue colocando los temas en la agenda pública y liderando su discusión.

Si bien el entorno en el que el Presidente Peña está desenvolviéndose es complejo en términos de opinión pública, ha implementado una serie de acciones que se pueden analizar una a una, por separado. En primer lugar, hay que mencionar dos temas profundamente preocupantes para la administración federal: seguridad y economía. Los niveles de violencia en varios lados del país se han salido de control, como por ejemplo los secuestros en el Estado de México y la opinión que se tienen de ello fuera de México no es buena. En segundo lugar, México está a punto de caer en una recesión económica, con todos los efectos negativos que ello traería: reducción del empleo, aumento del déficit público, decrecimiento en la economía y en el flujo de los capitales, la calificación del país para los inversionistas, etc. Adicionalmente, el conflicto magisterial también ha ocupado las primeras planas de los diarios.

No obstante, el Gobierno de la República prácticamente no ha querido confrontarse con nadie por estos hechos y ha realizado hasta lo imposible para navegar en medio de un turbulento mar en las aguas de la política y la economía. Aunque no ha dado muchas respuestas concretas hasta el momento y los resultados obtenidos no son visibles en ninguno de estos campos, hay algo que ha hecho bien: posicionar su agenda.

El Presidente Peña ha marcado el ritmo con el que los tópicos aparecen al público y lidera la discusión de los mismos. La presentación de su reforma en materia fiscal resume todo lo anterior: no se confronta con nadie (porque no aumenta el IVA ni tampoco incluye a los alimentos o las medicinas en él), dejando una ambigüedad en el terreno impositivo, sin embargo, al presentar su reforma la tarde del domingo, posiciona el tema en las primeras planas del lunes. Es una acción nítida.

Ahora bien, se pueden aventurar dos cosas: la primera es que el “Pacto por México” que ha suplido en cierta parte la negociación en el Congreso, cada vez es un mecanismo menos viable para transitar cualquier reforma – aunque también explica lo pálida de la fiscal presentada -. El pacto está agotando su vida políticamente útil y parece tener una fecha de caducidad definida: una vez que se apruebe la reforma energética. La segunda cosa que se puede aventurar es que en los próximos meses la realidad volverá a asomar su rostro en diferentes asuntos, tal como lo ha hecho hasta ahora. En dicho momento, la administración no tendrá el bono democrático que tuvo durante su primer año, sino más bien un entorno adverso en lo general por las situaciones descritas.

La pregunta entonces es: ¿qué hará el Gobierno Federal cuando llegue ese momento?, ¿cuál será el nuevo asunto que buscará posicionar en la opinión pública?, ¿qué sigue en el plan de vuelo del Presidente Peña cuando esto pase?

Falta poco para que el Presidente Enrique Peña Nieto presente su Primer Informe de Gobierno. Sin duda será un acto importante pues hay muchas cosas de qué hablar en México. El Gobierno comenzó viento en popa en diciembre pasado y la aprobación de una serie de reformas en el marco del “Pacto por México” es algo que debe tomarse en cuenta.

Sin embargo, hay otra serie de variables y de indicadores que también habrán de considerarse al momento de hacer un “corte de caja” en la política nacional. Específicamente hay que referirse a dos de ellas, que son las más importantes: la seguridad y la economía. Inclusive, estos indicadores son los que las casas encuestadoras incluyen siempre entre sus múltiples análisis.

En ese sentido, el Gobierno de la República optó por erradicar de la narrativa gubernamental y política de su administración el tema de violencia, combate al crimen organizado e inseguridad. Sin embargo, la realidad ha dado un portazo en México imponiendo su duro rostro, mostrando que la violencia no ha desaparecido; siguen habiendo zonas en el país que están bajo control del crimen organizado y el Gobierno de México batalla duramente para mantener las “riendas” de esta situación, pero se han agregado nuevos elementos como los grupos de autodefensa y los ajustes de cuentas en el D.F.

La otra variable – la económica – también empieza a generar signos de alarma. Llama la atención que en el caso de la actual administración, el indicador de la actividad económica se ha reducido y el PIB ha decrecido durante estos meses. De hecho, hoy se anuncia que la balanza comercial del país registra el peor déficit en 5 años.

Un gobierno no puede darse el lujo de perder el control (al menos no al mismo tiempo) de ambas variables. Existe riesgo de ingobernabilidad en el país. Si a ello se le suma el malestar que ha generado el plantón y marcha de los maestros en la capital del país y la posible radicalización y suma de varios sectores en torno a las reformas energética y fiscal, se vuelve entonces un “coctel explosivo”.

¿Qué se puede esperar entonces en próximas fechas? El Gobierno de la República tendrá que realizar una jugada maestra (incluso los distractores también podrían servir) para evitar que las personas presten demasiada atención a estas variables que empiezan a inquietar, y deberá retomar el control de ambas a como dé lugar.

Lo anterior no necesariamente es bueno, y una solución de corto plazo podría afectar en el largo plazo a México. En ese sentido, la responsabilidad política tendrá que hacerse presente por cualquier vía, y ésta será la prueba de fuego para la nueva correlación de fuerza entre gobierno y ciudadanía.

Recientemente se ha podido observar en los medios de comunicación el camino que las reformas estructurales están siguiendo en nuestro país. México necesita urgentemente algunos cambios profundos que lo vuelvan mucho más competitivo y que lo doten con herramientas globales que le permitan insertarse en una nueva realidad mundial.

En ese sentido, la llegada en diciembre de 2012 del Presidente Enrique Peña Nieto marcó una nueva tendencia reformista para la nación, pues una de las primeras acciones que se llevaron a cabo fue la firma del “Pacto por México”, mismo que ha servido como vehículo de negociación entre las diferentes fuerzas políticas. Como se puede sospechar, siempre que un gobierno comienza, debe aprovechar el periodo de gracia natural que se le ha de conceder en la esfera pública para este tipo de acciones concretas.

El “Pacto por México” ha permitido transitar algunas reformas importantes, como por ejemplo la de telecomunicaciones y la educativa, sin embargo, se acerca en los próximos periodos en que el Congreso habrá de sesionar extraordinaria u ordinariamente la “madre de todas las batallas”: la reforma energética. ¿Por qué razón lo anterior? Precisamente porque este tópico está fuertemente anclado a los atavismos culturales mexicanos que se han formado a luz de muchos años y sobre los cimientos de una cultura política profundamente arraigada en torno a temas tabú, como es la soberanía energética.

Por tal razón, la campaña de negociación para avanzar la reforma energética no nada más tiene que ver con negociar con las fuerzas opositoras su aprobación, sino que tiene que empezar por convencer a los mexicanos que “el petróleo sigue siendo de todos”. No obstante lo anterior, la retórica contraria, como por ejemplo la utilizada por Andrés Manuel López Obrador en el sentido que la reforma es “el robo del siglo” para México, cae en tierra profundamente fértil para la desinformación, la manipulación política y la consecución de réditos de índole política y pública partidista.

El gobierno federal enfrentará una de sus pruebas más complejas y el “Pacto por México” será sometido a gran presión para dar resultados. A pesar de lo anterior, el “pacto” ha sobrevivido ya a una elección intermedia (local) y parece que aún le queda un poco de vida. Probablemente esto se deba a que la oposición política está pulverizada, pero aún a pesar de ello, se debe aprovechar todo lo que este pacto puede aún generar. Quizá no vuelva a existir otra oportunidad de negociar políticamente las cosas como está sucediendo ahora mismo. El Gobierno de la República tendrá nuevos desafíos (como por ejemplo, la inseguridad en México o lidiar con el tema de cooperación en dichos asuntos con Estados Unidos) y va a requerir todo el potencial de que es capaz. Aún mejor si todo esto sucede después de que las reformas se aprueben y México comience a despegar su vuelo en el ámbito económico.

En los últimos tiempos las redes sociales han revolucionado la manera de comunicarnos e incluso de concebir el mundo. Temas como la protección de datos, la intimidad, la inmediatez de la comunicación, la capacidad de retención de la información, y la participación en temas de ciudadanía han cobrado un nuevo sentido.

Los blogs se han vuelto un medio de información oficial, más que las páginas oficiales del gobierno o de las empresas. En los países desarrollados el uso de las redes sociales ya no es una cuestión de lo que haga cada colaborador durante su tiempo de ocio. El uso y manejo de las redes sociales ha llegado a tal nivel, que a la hora de contratar al personal, ya no se les pregunta si conocen las redes sociales o si usan facebook, si no cuántos followers en Twitter tienen. Pero lo que hay que recordar es que las redes sociales son sólo una herramienta, como muchas otras, y que aunque puede ser muy poderosa no se escapa a los principios básicos de la comunicación humana, ni al hecho de que aunque México es uno de los países con más alto uso de Twitter, el porcentaje de personas que tienen acceso a las redes sociales sigue siendo muy reducido. De ese porcentaje de personas más del 80% las usan para actividades de ocio y recreación, lo cual nos lleva a preguntarnos de nuevo ¿cuál es el verdadero impacto que las redes pueden tener? y ¿cómo benefician las redes a la sociedad civil?

Detrás de las redes hay personas

En realidad el uso y aprovechamiento de las redes sociales tienen que ver más con el objetivo que los usuarios les dan. Durante las pasadas elecciones fuimos testigos de que a pesar de que la brecha digital en México sigue siendo arrolladora, una gran cantidad de ciudadanos se comunicaban a través de ellas con distintos objetivos. Uno de lo que más me llamó la atención fue el que ciudadanos de todas partes de la República Mexicana posteaban fotos de los resultados de las casillas para compararlas con los resultados del PREP. Ese hecho muestra el gran potencial de lo que la tecnología de hoy, la creatividad, y la participación ciudadana nos puede traer para el futuro. Pues las redes sociales, empleadas de manera estratégica pueden tener un impacto altísimo si se les da la proporción que tienen, pues facilitan la interconexión de ciudadanos con un mismo interés sin importar el lugar en el que se encuentren, para lograr un objetivo común. Esto es un gran paso para la construcción de ciudadanía porque facilita la interconexión y el acceso a la información de manera inmediata. Y es también la ventana para hacerse serias preguntas acerca de la legislación digital y los métodos de democratización de la información que se podrían llegar a dar en nuestro país. ¡Es la digitalización de la gobernabilidad!

Pero volviendo al perfil de uso, para lograr que ésa comunicación pase de un nivel inmediato y efímero, primero es necesario desarrollar la capacidad de construir relaciones reales con las causas, más allá de las redes, pues una cosa alimenta a la otra y viceversa. Segundo, también es necesario que al integrar los dispositivos móviles y las redes sociales al aprendizaje, conlleva la responsabilidad de educar a la población en las consecuencias del uso de la información, los términos de la privacidad, el respeto y el desarrollar una capacidad de análisis para filtrar la información. Y tercero, desarrollar estrategias para que la comunicación en las redes sociales realmente contribuya a alcanzar objetivos concretos. En el caso de las OSCs y los proyectos de construcción ciudadana, tomar en cuenta a la brecha digital. Por lo tanto, es absolutamente necesario también utilizar canales complementarios de comunicación más allá de las redes sociales y los medios masivos de comunicación. El contacto humano, presencial, en un país como el nuestro que tiene grados muy altos de exclusión social, es fundamental e insustituíble.

Por Julia Romero

@sashantia1