El tema electoral es uno de los principales retos que enfrenta la consolidación de la democracia
Sin confianza no puede haber espacios para la cooperación y la interlocución política. El pasado jueves se aprobaron las leyes secundarias de la Reforma Constitucional en materia electoral en un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso, con un resultado que deja a la ciudadanía con un sabor agridulce.
Entre los avances de estas nuevas reformas secundarias está el tema de la fiscalización de recursos, las candidaturas ciudadanas y la concentración en materia de organización y fiscalización de elecciones en el Instituto Nacional Electoral (antes IFE), no sólo las federales como ocurría antes, sino también las locales.
Los puntos sobre los que ésta reforma deja muchas interrogantes y dudas son, por ejemplo, el tema de las candidaturas independientes, mismas que ahora necesitarán del 1% del padrón electoral para ser aprobadas, algo así como 780 mil firmas. ¿Habrá alguien capaz de lograr un apoyo así sin una estructura partidaria? Para el tema de la fiscalización de contenidos mediáticos no explícitos como entrevistas u otros contenidos editoriales, no se establecen del todo los criterios para definir cómo identificar cuando una entrevista o contenido fue pagado o no, con todos los inconvenientes y suspicacias que esto genera (como ocurrió con los candidatos de todos los partidos políticos en las pasadas elecciones).
Finalmente el tema de la enorme fiscalización y complejidad que conlleva que un solo órgano coordine todas las elecciones. Incluso en la legislación tal como quedó, no es del todo claro qué sucederá en varios puntos de convocatoria de los comités distritales cuando las elecciones no sean concurrentes, es decir, cuando las elecciones locales no empaten con las federales.
Todos estos temas vuelven a poner sobre la mesa uno de los grandes debates de la llamada Transición Mexicana, talón de Aquiles en materia electoral de la consolidación de nuestra democracia. Si bien no se puede reducir la calidad democrática al tema electoral, en México hemos visto cómo sexenio tras sexenio van saliendo problemáticas y maneras de evadir la ley que terminan por lastimar el clima de acuerdos y la posibilidad de establecer canales de cooperación ante el sentimiento perpetuo de sentirse excluido y aprovechado por parte de algunas fuerzas políticas.
Uno de los grandes retos que México tiene en el proceso de consolidación de su democracia pasa forzosamente por el tema electoral. ¿Cómo hacemos para que no tengamos que hacer una legislación parchada cada año, partiendo de principios generales que garanticen la transparencia y confianza en las instituciones? Hoy después de 18 años en que el IFE fuera visto como la máxima creación democrática del país, poco queda de ese espíritu ciudadano con toda la pérdida de capital político social. Parece ser que el problema de fondo radica en nuestra falta de capacidad para confiar y cooperar más con los demás. Es un tema de apertura y tolerancia donde los actores políticos parecen sólo proteger sus intereses; pero es ahí donde la ciudadanía tiene la oportunidad de reclamar el espíritu que dio forma al hoy extinto IFE.
(imagen: www.clarinveracruzano.com)